LA HISTORIA DE LA SIRENA DEL MAGALLANES Y PEDRO LUGO
Miguel Da Silva| Caminando por Carabobo.
Las manifestaciones sociales que se arraigan en el seno de las comunidades no son tan fáciles para que logren aceptación, cariño y el aprecio de todos, se requiere mucho trabajo, constancia, ser perseverante a través del tiempo para alcanzar el visto bueno de la gente y solo así pueden pasar al nivel de afecto y respeto de una determinada colectividad. Este es el caso de la Sirena del Magallanes del señor Pedro Lugo que le dedicó toda su vida y su esfuerzo convirtiéndose sin duda en la mejor imagen de la pasión magallanera.
Ir al estadio era encontrarse con esa desbordante emoción capitalizado por ese estimulante sonido de la sirena del Magallanes, que hacía palpitar, estremecer a la fanaticada cada vez que los integrantes de la nave turca realizaban una jugada excepcional, los espectadores de este formidable e histórico equipo del beisbol venezolano al escucharla, se paraban, aplaudían, silbaban, gritaban, saltaban la efervescencia llegaba al clímax de convertir todas las gradas en hervidero de palpitantes emociones.
Pedro Pablo Lugo Clisanchez, nació en San Felipe, Yaracuy en 1940, a media cuadra de la policía y a dos cuadras de la catedral, en la antigua calle 9, hoy calle Caracas, a los 15 años se vino a casa de su tío Carmelo en el barrio Eutimio Rivas, luego estuvo en el servicio militar en Caracas siempre con su gran afición por el beisbol y particularmente por el famoso equipo del Magallanes que jugaba en el Parque San Agustín, sede de: Cervecería Caracas y del Magallanes, para esos tiempos de inicio de su juventud, acompañaba al señor Hernández con una sirena de mano, entregándole éste la batuta de esta tradición que se ha mantenido desde 1954.
Se casó con la señorita Neris Aguiar, matrimonio que duró 55 años, de cuya unión nacieron dos hijos, Pedro y Marisel todos amantes del beisbol y coparticipes del frenesí de su padre. Y por cosas de la vida de lo que es la rivalidad sana entre aficionados del beisbol el que le ayudó a modernizar el sistema de la sirena fue un caraquista, que le decían el Alemán, pues su negocio de electro-auto lleva ese nombre, ubicado cerca del Palacio de Justicia, le adaptaron una batería de carro, un arranque de Toyota, un automático y un relex eso permitía que podía durar todo el juego sin agotar su fuente electricidad y garantizaba un altísimo sonido que se podía escuchar alrededor de las barriadas circundantes del estadio.
Al venir de Caracas, en 1970 estuvo trabajando por muchos años en la Ford Motor de Venezuela, luego montó un taller de latonería y pintura llamado Rufo, en honor a un amigo fallecido, ubicado en la prolongación de la calle Rangel, entre las avenidas Padre Alfonso y Padre Bergeretti, espacio para buenas tertulias beisbolísticas, uno de sus empleados Dámaso Jiménez proveniente de Guanare, mi primo hermano, magallanero al cien por ciento se encontraba en el sitio ideal y al salir del taller directo iban al estadio a encender la mecha de grandes emociones.
Cuando el equipo Valencia Industrial, los Pericos del Valencia fue vendido al estado portuguesa y se inicia el Magallanes en el estadio José Bernardo Pérez, en 1969 ahí estuvo Pedro Lugo con su sirena, entusiasmando a la fanaticada del club de pelota mas antiguo de Venezuela. Su figura se hizo célebre, por su amabilidad, hombre que tenía el don de cultivar amistades, entre las cuales se encuentran: El Torero Pistachero un personaje singular que se hizo famoso porque a distancia le lanzaba por el pecho una bolsita de pistacho, exclamando el verso, “pistacho para hacer muchachos”, mantuvo una hermosa amistad con Gregorio Machado quien fue pícher y manager del equipo, con Jesús “Chivita” Lezama el trompetista de los Leones del Caracas.
También fue muy amigo de los peloteros que hicieron historia, denominados el “Poder Negro” del magallanes, entre los cuales estaba Mitchel Page, Clarence Gastón, y de Johan Santana lanzador estrella venezolano que se encuentra en el salón de la fama de los Mellizos de Minnesota, el pícher Luís Colmenares que fue como un hijo más para él, Endy Chávez, Melvín Mora, Oscar “Manacho” Henríquez, y un vecino que lo acompañó en los últimos 10 años, Alisón Márquez y tantos otros que le tributaron una sincera y verdadera amistad.
Su hijo del mismo nombre y su hija Marisela lo acompañaban al estadio convirtiendo lo de la sirena en una actividad familiar. Su hija retrató en pocas palabras el respeto, el cariño y la admiración que le profesaba, “Mi papa fue espectacular, fue siempre mi pana”.
El equipo del Magallanes en nuestro beisbol profesional es el que ha logrado captar el mayor número de simpatizantes, en los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía se encuentra una densa fanaticada, en pueblos y ciudades siguen entusiastamente los pormenores de estos encuentros deportivos aupando religiosamente su equipo favorito el Magallanes.
Su hijo del mismo nombre, Pedro Lugo desea continuar el legado de su padre fallecido el 26 de octubre del 2017, a los 77 años coincidencialmente cuando se cumplían los 100 años del nacimiento de esta franquicia deportiva. Le deseamos el mejor de los éxitos y abogamos para que la directiva le proporcione todas las facilidades que este esfuerzo requiere.
Estas son las cosas esenciales de la vida, pequeñas y sencillas, pero nos tocan el alma.
¡¡¡ ASI MISMO ES, SOMOS HISTORIA!!!
Miguel Ángel Dasilva Gavidia.
La potente sirena del Magallanes de Pedro Lugo.
-Don Pedro Lugo compartiendo con uno de los miembros de la directiva del club.
-Esposa de Pedro Lugo y su hijo Pedro.
-Dámaso Jiménez un buen amigo de Pedro Lugo y apasionado por la nave turca.
-El extinto taller Rufo de latonería y pintura en la prolongación Rangel, con avenida Padre Alfonso y Padre Bergeretti.
-Con ese fabuloso personaje, “El Torero Pistachero”.
-El pícher Luís Colmenares y su familia, Pedro Lugo al centro con su Hija Marisela.
-Pase de cortesía a todos los juegos del Magallanes.
-Revisando la sirena con Pedro Lugo hijo.
-La sirena del Magallanes y la trompeta del Caracas una histórica rivalidad unidos en un fuerte abrazo.